viernes, 8 de abril de 2011

Para que os entren ganas...

Bueno, hoy os dejo un cachito del libro que estoy escribiendo para ver si así os entran ganas de leerlo y me daís vuestra opinión. Dentro de poco colgaré la cuarta parte de mi chico misterioso.

Después de hacer unos juegos con los que disfrutamos mucho, a pesar de que al principio pensábamos que iban a ser aburridos, nos dejaron tiempo libre.
Como el primer día, decidimos jugar a las cartas, el mismo grupo de la otra vez. A todos nos había gustado el juego, y no íbamos a tener muchas ocasiones para jugar, así que aprovechamos ese tiempo que nos dejaron libre. Al menos, ahora podía mirar a Jackson con más normalidad, aunque seguía siendo raro. Al cabo de un rato jugando, decidimos parar. Todos nos pusimos a hablar, casi a chillar, porque hablábamos de cosas distintas y nos nos entendíamos entre nosotros. Me empecé a marear, y le dije a Mara que iba a dar una vuelta para despejarme. Empecé a caminar, y lo primero que se me vino a la mente fue Jackson. ¿Cuándo iba a aceptar la realidad?¿Cuándo iba a saber que decirle? Me gustaba, sí, aunque aún me resultara raro decírmelo a mí misma. Pero... ¿qué significaba eso? Mientras me hacía todas esas preguntas, llegué al mismo sitio donde había estado anoche, dónde Jackson estuvo a punto de besarme. Y cómo no, en un momento muy inorportuno, apareció detrás de mí.
  • Hola-saludé mirándole un instante a los ojos.
  • ¿Estás bien?- me preguntó poniéndome una mano en el hombro. Sólo con el roce de su mano noté que mi corazón se aceleraba.
  • Sí, sólo es un mareo.
  • ¿Quieres estar sola?- Jackson eligió una manera sutil para saber si quería que se quedara o no. no sabía que decir, ya que si decía que sí podía malinterpretar las cosas, además me extrañaba que no hubiera mencionado el asunto de ayer. Pero si le decía que no, tal vez le perdiera, y eso es lo que menos quería. Me decanté por una respuesta neutra. Quizá era lo mejor, si se quedaba, era buena señal.
  • Quédate si te apetece, no me importa-en cuanto pronuncié las palabras, lo supe: le había contestado de una manera muy fría.
No dijo nada, se limitó a sentarse y a mirar hacia el frente. Le miré de reojo, y pude notar que mi respuesta le había afectado.
  • Siento haber sido tan borde.
Me miró algo atónito, mi disculpa le pillo por sorpresa.
  • Tranquila, no me a molestado.
  • Entonces, ¿qué te pasa?
  • Pues... llevo todo el día dándole vueltas a la cabeza sobre un asunto.
Se acabó, había llegado la hora, era un poco pronto, pero ya tenía algo pensado para decirle, creo que sería lo mejor.
  • ¿El qué?-pregunté como una tonta.
No me contestó. Se limitó a mirarme a los ojos, arquear las cejas y reírse, porque él sabía perfectamente que yo sabía de lo que estaba hablando.
  • Pues...-noté que las palabras se me atragantaban, no querían salir, y él lo notó.
  • No pasa nada Alex, dime lo que sea, de todas maneras, digas lo que digas, quiero seguir siendo tu amigo, si tú quieres claro. Porque a lo mejor es un poco raro, ahora que sabes que me gustas.
No me lo creía, lo había dicho con toda la naturalidad del mundo, y a mí ni siquiera me salían las palabras.
  • Si te soy sincera, no sé lo que quiero. Creo que necesito un poco de tiempo para pensar.-mi respuesta le hizo reaccionar, y su voz confería decepción cuando dijo:
  • Alex, si te lo tienes que pensar, creo que está claro.
  • No es eso. Todo esto me ha pillado por sorpresa. Tengo que aclarar mis ideas. Además, seguro que le haríamos daño a Dana.
  • Da igual, creo que lo mejor es que olvidemos todo esto.
No me atrevía a mirarle a la cara, al contrario que él. Casi sin darme cuenta, y en voz muy bajá dije:
  • Pero yo no quiero olvidarlo-y, a continuación, un silencio muy largo...-. Sólo necesito algo de tiempo, y me aclararé.
  • Está bien. Por mi parte, voy a seguir siendo el mismo. Aunque, si quieres que te de espacio, dímelo.
  • Quiero seguir como antes-decidí rápidamente.
La voz de Mara detrás de nosotros nos trajo de nuevo al mundo real. ¿Cuánto tiempo llevaba allí? Me empezó a entrar algo de pánico, ya que no sabía cuánto había escuchado.
  • Vamos chicos, tenemos que recoger nuestras cosas, salimos en media hora.
  • ¿Ya estás mejor?-preguntó Jackson tan simpático como siempre.
  • Sí, la verdad, mucho mejor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario