sábado, 30 de abril de 2011

On my own


¿Alguna vez te has sentido completamente sola? Sí, hasta los que pensaste que nunca lo harían lo hacen, te dejan sola. Y aunque parezca mentira, duele menos de lo que esperabas, porque digamos que ya estás acostumbrada a que te lo hagan. Y mi pregunta es: ¿que te cabe esperar? Ahora puede que haya mucha gente a tu alrededor, pero no te sientes cómoda, porque los que realmente quieres o quisiste algún día ya no están, se han esfumado como si fueran el último tren que perdiste el fin de semana pasado...


miércoles, 27 de abril de 2011

MI chico misterioso 6.

Me quedé flipando durante un minuto entero, hasta que por fin me di cuenta de que había sido Mi chico misterioso el que había escrito eso. No tenía ni idea de que hacer. Me levanté de la cama, y abrí mi ventana como cada mañana. Pero él no estaba allí.
Hasta que no fui al baño no me di cuenta de la terrible resaca que tenía. Yo no estoy hecha para beber, desde luego.
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Me pasé toda la mañana sin hacer nada,y después de que Ana me mandara un SMS, me decidí a llamarla. Le conté todo lo que había pasado la noche anterior, incluido mi pequeño accidente.
  • Tía, llámale o mándale un SMS. Tienes que ir a saco, no dejes pasar la oportunidad.
  • No sé... yo no soy así para nada. Luego,cuando me conozca realmente se va decepcionar.
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Resulta que llamar a Ana sólo me sirvió para acabar aún mas rallada. Al final, terminé mandándole un SMS:


Mi SMS fue sosísimo, pero no tenía ni idea de que ponerle, y eso que lo estuve pensando como 15 minutos. Volví a llamar a Ana, y aceptó encantada de acompañarme a la playa, sobre todo porque quería conocer a Mi chico misterioso.
Hacía mucho calor, así que nos llevamos los bikinis puestos.
Cuando estábamos a punto de llegar a la playa, estaba nerviosísima. Ana me dijo que me tranquilizara, pero no era nada fácil.
Después de 3 interminables minutos andando por la arena, le ví. No estaba solo. Estaba con otros 3 chicos y estaban jugando al voleybol. Casi me da algo. Estaba sin camiseta... madre mia! Vi como Ana me miraba de reojo y se reía. Vino corriendo a saludarme. Nos dimos dos besos, y nos dijo a Ana y a mí que si queríamos jugar. Las dos aceptamos encantadas. Yo me puse en el equipo de Mi chico misterioso y Dani, y Ana se puso con otros dos chicos, también amigos de Mi Chico misterioso.
Después de una hora, Ana y yo estábamos muertas. Extendimos las toallas y nos pusimos a tomar el sol un rato mientras los chicos terminaban el partido.
Y adivinad quien apareció cuando menos me apetecía volver a verle... solo os digo esto: tiene el pelo castaño, y le dejé “plantado” en la discoteca ayer.



lunes, 25 de abril de 2011

Esos pequeños momentos que nos llenan de felicidad.


Brindemos. Sí, brindemos por esos pequeños momentos que nos llenan de felicidad.
Por todos los momentos que me dices que me quieres, y por los que me besas suavemente en la mejilla y te vas acercando después a la boca. Por esos momentos en los que nos pasamos horas sin hacer nada, simplemente disfrutando el uno del otro, mirando al cielo, contando nubes... Por todos los momentos vividos, y por los que nos quedan por vivir.
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Bueno, nada que decir, hoy no me siento muy inspirada. Además estoy sin ganas de nada, mañana empieza el insti otra vez :( que vacaciones mas cortas! Pero bueno, espero que se pase rapido, estoy deseando que llegue el 29 de junio, que me voy un mesecito a Inglaterra, lo estoy deseando. Que os vaya bien! Bsss.



PD: dentro de poco colgaré la siguiente parte de Mi chico misterioso.




sábado, 23 de abril de 2011

El cielo está en cualquier lugar.

Aquí os dejo dos pequeños fragmentos del libro que me estoy leyendo ahora, El cielo está en cualquier lugar.
Si queréis saber algo más del libro, voy a dejar más información en la página de Mis recomendaciones de libros. 


  • Vaya, vaya -digo, señalando al póster. Miro a mi alrededor intentando asimilarlo todo-. Creo que tu habitación me está ayudando a comprender mejor a Joe Fontaine alias el pirado.
  • Sí, antes de enseñarte la habitación-bomba me pareció mejor esperar a que...
  • ¿A qué?
  • No sé, a que te dieras cuenta...
  • ¿Que me diera cuenta de qué?
  • No lo sé, Lennie... -veo que se ha quedado como cortado.

De alguna manera, se ha creado una situación incómoda.
  • Dime -insisto-. ¿Esperar a que me diera cuenta de qué?
  • Nada, es una tontería.
Se mira a los pies, después vuelve a mirarme. Zas. Zas. Las pestañas.
  • Quiero saberlo -digo.
  • Vale, te lo digo: Esperar a que te dieras cuenta de que a lo mejor yo también te gustaba a ti.
La flor brota de nuevo en mi pecho, esta vez pasa de capullo a primer premio de un concurso en solo tres segundos
  • Me gustas -digo y después, sin pensar, añado- : Un montón.
¿Pero qué me pasa? Ahora de verdad no puedo respirar. La situación empeora con los labios que de pronto están apretados contra los míos.
Nuestras lenguas se han enamorado locamente y se han casado y mudado a Paría.
Cuando estoy segura de haber compensado todos los años anteriores de falta de besos, digo:
  • Creo que, si no paramos de besarnos, el mundo va a estallar.
[…]
  • No sabía que los trompetistas eran tan temibles -digo, mientras suelto su mano y bebo un trago de la botella-. ¿Y los guitarristas?
  • Tu dirás.
  • Vamos a ver, déjame pensar... -esta vez le acaricio yo la cara -. hogareños y aburridos y, por supuesto, sin ningún talento... -suelta un carcajada-. Todavía no he terminado. Pero lo compensan porque son tan, tan apasionados...
  • Dios -susurra, mientras me pasa la mano por la nuca y lleva mis labios hacia los suyos-. Esta vez vamos a dejar que estalle todo este puto mundo.
    Y eso hacemos.

  • No lo puedo evitar. Soy medio francés, joie de vivre y todo ese rollo. En serio, todavía no te he visto en ningún grado de desnudez, y ya han pasado tres días enteros desde nuestro primer beso, quel catastrophe, ¿sabes? - intenta apartarme de la cara el pelo, que flota al viento, después me besa hasta que el corazón se me sale del pecho como un caballo desbocado-. Aunque es verdad que tengo una gran imaginación...
  • Quel gilipollas -digo, tirando de él hacia mí.
  • ¿Sabes?, solo me porto como un gilipollas para que digas quel gilipollas -responde.



    Bueno, por fin de vuelta. Después de casi 8 horas de viaje, por fin estoy sentada tranquilamente en mi cama escribiendo. Barcelona me ha encantado, me he enamorado de las playas y del ambiente que hay. El hotel, algo peor. Todo lleno de alemanes! y ese no es el problema. El problema es que se tiraban hasta las tantas gritando y corriendo por los pasillos, y se oía todo. Y a las siete de la mañana ya estaban armándola otra vez. Sin ir más lejos, hoy en el desayuno había 2 chicos alemanes (tendrían 14 años) que cogieron una jarra de leche y se la llevaron a la mesa. ¿Sabéis lo que querían hacer? Echar sal a la leche. Flipante ¿no? En fin, que ya he tenido suficiente dosis de alemanes para los próximos años, y no creo que vuelva por allí...

domingo, 17 de abril de 2011

MI chico misterioso 5.


Me empecé a sentir mareada, así que le pedí que saliésemos fuera. Había perdido por completo de vista a Ana.
  • ¿Has venido solo?-le pregunté por fin.
  • No, he venido con unos amigos pero los he perdido de vista hace mucho...
  • Si quieres te ayudo a buscarlos. Yo me voy dentro de poco, tengo que estar en casa a las 12.
  • De acuerdo Cenicienta, si quieres te acompaño. ¿Está muy lejos?
  • A unos 15 minutos de aquí.

Me agarró de la mano, y yo desée que nunca me la soltara. Me pareció que en ese momento los pies se me levantaban del suelo y que flotaba, y la verdad, no se si era por el alcohol o por el sentimiento de euforia que me produjo el contacto de su mano. De repente se detuvo y me miró fijamente bajo la tenue luz de la farola que había sobre nuestras cabezas.
  • Ya sé de que me suenas.-dijo cuando yo ya me había derretido mirando sus ojos.
No contesté nada, ya que de repente el mareo que ya se me había pasado apareció de nuevo, y me pareció que me iba a caer al suelo.
No sé como pasó, pero de repente me encontré con la cara de Mi chico misterioso a 5 centímetros de la mía. Yo quise acortar distancias cuanto antes, pero toda la magia se cortó cuando de repente, sentí nauseas y le vomité en las zapatillas. Mierda, la había cagado completamente.
Después de pedirle perdón como unas 20 veces, subí a mi casa, y ya no recuerdo nada hasta que me desperté la mañana siguiente y vi una llamada perdida de alguien que se hacía llamar Tu Príncipe Azul.


Bueno, lo prometido es deuda, aquí os dejo con la continuación de Mi chico misterioso. Y mañana: rumbo a Barcelona!!!!!! La verdad es que tengo muchas ganas porque no he estado nunca. A lo mejor cuelgo algo durante la semana, pero no lo aseguro. Bueno, espero que disfrutéis mucho de las vacaciones. Un beso!

viernes, 15 de abril de 2011

Ya no quiero nada sin ella...


Una amiga tenía este fragmento puesto en su tablón, y me ha gustado mucho y quería ponerlo. Sólo sé que es de una película, pero no tengo ni idea de cuál.

Está enferma joder. Y si se muere... para mí toda esta puesta en escena, el mundo que gira y gira, podéis desmontarlo y llevaroslo.
Podéis enrollar el cielo y cargarlo en un camión, y luego apagar esa luz preciosa del sol que me gusta tanto tanto... ¿Y sabéis por qué me gusta tanto? Porque la ilumina a ella...
Os lo podéis llevar todo; los palacios, la arena, el viento, el granizo, las siete de la tarde, abril, agosto, diciembre...que ya no quiero nada sin sus besos. 



miércoles, 13 de abril de 2011

Sobre el odio.

Odio:
La verdad, yo creo que todos lo hemos sentido alguna vez, en mayor o menor grado. A veces, no nos reconocemos a nosotros mismos, ya que nos hace pensar cosas inimaginables. Pero otras veces, no es tan malo, ya que si nos lo reprimimos y sonreímos como si nada, nos estamos engañando a nosotros mismos. Y lo que pretendo decir, es que no os sintáis culpables si alguna vez pensáis cosas malas o si odiáis a alguien, porque el odio, muchas veces no es malo, o por lo menos es lo que creo yo.


PD: dentro de poco colgaré la siguiente parte de Mi chico misterioso.

domingo, 10 de abril de 2011

Mi chico misterioso 4.


Me quedé paralizada un instante, en medio de la pista.. No me quería imaginar la cara de tonta que tenía en ese momento, sobre todo porque de repente, mi chico misterioso se giró y me vio allí plantada. Justo en ese momento tenía que estar ese maldito foco apuntándome... me sonrió... casi me derrito, la verdad, y tímidamente le devolví la sonrisa. Me hubiera quedado una eternidad más así si él no se hubiera girado(¬¬) y hubiera cortado el rollo. Por una vez en la vida, decidí que mi timidez no era razón para no ir a hablar con él, así que me dirigí como quien no quiere la cosa a la barra.
No quería beber más, sobre todo porque el alcohol me subía rápidamente y ya estaba un poco contentilla, pero sino... ¿con qué cohartada iba a la barra?
  • Un chupito, por favor.
Me había colocado a su lado, y al pedir un chupito me miró de reojo. Le sonreí. En ese momento no me reconocía, la verdad.
  • Hola- dije con toda la naturalidad del mundo.
  • Hola- contestó sin perder esa sonrisa increíblemente seductora.
  • Me suenas de algo... - sí, desde luego que me sonaba. Se puede decir que le espiaba todas las mañanas, pero... ¿qué podía decir si no?
  • Sí, tú a mí también, creo que te he visto por ahí...
¿Cómo? Madre mía! ¿se había fijado en mí antes?
Me bebí mi chupito. Empecé a toser al sentir el alcohol en mi garganta. Me giré para el otro lado para no toserle encima. Qué vergüenza!
  • ¿Estás bien?
  • Sí, no es nada. ¿Quieres bailar?- definitivamente, el alcohol se me había subido a la cabeza, no sabía hasta que punto.
  • Claro, vamos, esta canción me encanta.
Se que parece un poco de película, pero es mi película. La verdad es que mi vida era muy aburrida, pero no tenía ni idea de hasta que punto iban a cambiar las cosas...

Adelanto: Me agarró de la mano, y yo desée que nunca me la soltara. Me pareció que en ese momento los pies se me levantaban del suelo y que flotaba, y la verdad, no se si era por el alcohol o por el sentimiento de euforia que me produjo el contacto de su mano.[...] Pero toda la magia se cortó cuando de repente, sentí nauseas y le vomité en las zapatillas.

viernes, 8 de abril de 2011

Para que os entren ganas...

Bueno, hoy os dejo un cachito del libro que estoy escribiendo para ver si así os entran ganas de leerlo y me daís vuestra opinión. Dentro de poco colgaré la cuarta parte de mi chico misterioso.

Después de hacer unos juegos con los que disfrutamos mucho, a pesar de que al principio pensábamos que iban a ser aburridos, nos dejaron tiempo libre.
Como el primer día, decidimos jugar a las cartas, el mismo grupo de la otra vez. A todos nos había gustado el juego, y no íbamos a tener muchas ocasiones para jugar, así que aprovechamos ese tiempo que nos dejaron libre. Al menos, ahora podía mirar a Jackson con más normalidad, aunque seguía siendo raro. Al cabo de un rato jugando, decidimos parar. Todos nos pusimos a hablar, casi a chillar, porque hablábamos de cosas distintas y nos nos entendíamos entre nosotros. Me empecé a marear, y le dije a Mara que iba a dar una vuelta para despejarme. Empecé a caminar, y lo primero que se me vino a la mente fue Jackson. ¿Cuándo iba a aceptar la realidad?¿Cuándo iba a saber que decirle? Me gustaba, sí, aunque aún me resultara raro decírmelo a mí misma. Pero... ¿qué significaba eso? Mientras me hacía todas esas preguntas, llegué al mismo sitio donde había estado anoche, dónde Jackson estuvo a punto de besarme. Y cómo no, en un momento muy inorportuno, apareció detrás de mí.
  • Hola-saludé mirándole un instante a los ojos.
  • ¿Estás bien?- me preguntó poniéndome una mano en el hombro. Sólo con el roce de su mano noté que mi corazón se aceleraba.
  • Sí, sólo es un mareo.
  • ¿Quieres estar sola?- Jackson eligió una manera sutil para saber si quería que se quedara o no. no sabía que decir, ya que si decía que sí podía malinterpretar las cosas, además me extrañaba que no hubiera mencionado el asunto de ayer. Pero si le decía que no, tal vez le perdiera, y eso es lo que menos quería. Me decanté por una respuesta neutra. Quizá era lo mejor, si se quedaba, era buena señal.
  • Quédate si te apetece, no me importa-en cuanto pronuncié las palabras, lo supe: le había contestado de una manera muy fría.
No dijo nada, se limitó a sentarse y a mirar hacia el frente. Le miré de reojo, y pude notar que mi respuesta le había afectado.
  • Siento haber sido tan borde.
Me miró algo atónito, mi disculpa le pillo por sorpresa.
  • Tranquila, no me a molestado.
  • Entonces, ¿qué te pasa?
  • Pues... llevo todo el día dándole vueltas a la cabeza sobre un asunto.
Se acabó, había llegado la hora, era un poco pronto, pero ya tenía algo pensado para decirle, creo que sería lo mejor.
  • ¿El qué?-pregunté como una tonta.
No me contestó. Se limitó a mirarme a los ojos, arquear las cejas y reírse, porque él sabía perfectamente que yo sabía de lo que estaba hablando.
  • Pues...-noté que las palabras se me atragantaban, no querían salir, y él lo notó.
  • No pasa nada Alex, dime lo que sea, de todas maneras, digas lo que digas, quiero seguir siendo tu amigo, si tú quieres claro. Porque a lo mejor es un poco raro, ahora que sabes que me gustas.
No me lo creía, lo había dicho con toda la naturalidad del mundo, y a mí ni siquiera me salían las palabras.
  • Si te soy sincera, no sé lo que quiero. Creo que necesito un poco de tiempo para pensar.-mi respuesta le hizo reaccionar, y su voz confería decepción cuando dijo:
  • Alex, si te lo tienes que pensar, creo que está claro.
  • No es eso. Todo esto me ha pillado por sorpresa. Tengo que aclarar mis ideas. Además, seguro que le haríamos daño a Dana.
  • Da igual, creo que lo mejor es que olvidemos todo esto.
No me atrevía a mirarle a la cara, al contrario que él. Casi sin darme cuenta, y en voz muy bajá dije:
  • Pero yo no quiero olvidarlo-y, a continuación, un silencio muy largo...-. Sólo necesito algo de tiempo, y me aclararé.
  • Está bien. Por mi parte, voy a seguir siendo el mismo. Aunque, si quieres que te de espacio, dímelo.
  • Quiero seguir como antes-decidí rápidamente.
La voz de Mara detrás de nosotros nos trajo de nuevo al mundo real. ¿Cuánto tiempo llevaba allí? Me empezó a entrar algo de pánico, ya que no sabía cuánto había escuchado.
  • Vamos chicos, tenemos que recoger nuestras cosas, salimos en media hora.
  • ¿Ya estás mejor?-preguntó Jackson tan simpático como siempre.
  • Sí, la verdad, mucho mejor.

martes, 5 de abril de 2011

Mi chico misterioso 3.


Esa noche habíamos quedado a las 9 en la puerta de la discoteca. Ana vino media hora antes a mi casa, antes de estar hablando más de media hora por teléfono y haberme repetido como mil veces que no sabía que se iba a poner. Al final se puso una minifalda gris alta, unos taconazos y una camiseta estampada con flores rosas y azules. Yo no me quise poner tacones muy altos, pero Ana me terminó convenciendo. Siempre lo hace. 
Llegamos a las 9 y cuarto a la puerta, aunque podríamos haber llegado puntuales perfectamente si Ana no se hubiera puesto a retocarse el maquillaje y el peinado.
Era de noche, pero aún así pudimos distinguir perfectamente a los chicos moreno y castaño que nos habían saludado esta mañana, que venían acompañados por otros dos chicos más. Entramos a la discoteca, y los chicos se dirigieron directamente a la barra.
  • ¿Queréis algo chicas? Nosotros invitamos- se ofreció el moreno.
  • Vodka con lima-respondió Ana rápidamente.
  • ¿Y tú, guapa?- me preguntó el castaño.
  • Un ron con coca-cola, por favor.
La verdad es que no solía beber, pero una copita me animaría un poco a bailar, porque no me gustaba nada. En cuanto nos sirvieron, fuimos directos a la pista de baile. No sé cuanto tiempo estuvimos bailando, pero llegó un determinado punto en el que estaba sudando, me dolían los pies y estaba cansadísima. Le dije a Ana que iba a salir a tomar el aire, aunque la verdad, no sé si se enteró, ya que llevaba unas copas de más encima. El chico castaño, Mario, me acompañó fuera, aunque le dije que no hacía falta. Sacó un cigarrillo de su bolsillo, y se pusó a fumar.
  • ¿Quieres?- me preguntó.
  • No gracias, no fumo.
Después de tres cigarrillos y de quince largos e incómodos minutos, volvimos dentro. Vi a Ana morreándose con el chico moreno, del que olvidaba constantemente el nombre. Fui hacia otro lado de la pista, y, sentado en la barra,, con la mirada perdida y bebiendo una cerveza le vi. O por lo menos creía que era él, mi chico misterioso.