¿Qué tal todos? Por fin de vacacionesssssss!!! bueno, la verdad es que llevo de vacaciones desde el martes pasado, pero me lo he tomado con calma :) Este verano no se presenta mal del todo, y espero sacar tiempo para seguir escribiendo mi libro y poder traer cosas nuevas. ¿Vosotros tenéis algún plan? De momento aquí os dejo con el principio de un relato que empecé a escribir hace unos meses, y que no sé si terminaré.
De repente despierto. Me da la
sensación de que llevo dormida mucho tiempo, aunque no lo sé.
Mantengo los ojos cerrados. Puedo percibir mi respiración en el
ambiente, que en ese momento es algo entrecortada. Abro los ojos ante
el tacto de un dedo presionándome la piel del brazo. Pero aunque los
haya abierto, no veo nada. Los cierro otra vez. No he percibido
ninguna luz, pero algo me ha cegado y no he podido ver nada. Los
vuelvo abrir esperándome encontrar la cara de mi madre delante de
mí, pero nada, solo oscuridad. Pruebo otras tres veces, pero cada
vez se repite, y me empiezo a poner más nerviosa. Noto a alguien que
me abraza, y poco después, al verme algo desconcertada, me pregunta
que qué me pasa. Es mi madre. Le contesto que no veo nada, y ella
llama al médico. Lo último que recuerdo fue oír que el daño era
irreversible, que mi cerebro se había dañado, y que me había
quedado invidente. Me enfadé al recordar esa palabra. Yo siempre
había dicho ciega. Me había quedado ciega.
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